Uno de los grandes desafíos que un padre/madre o cuidador puede llegar a encontrarse, es cómo actuar frente a las reacciones emocionales complejas y comportamientos inadecuados o disruptivos de sus hijxs, especialmente aquellos comportamientos que se repiten constantemente, que parecieran resistirse a desaparecer y que además generan algún tipo de penalización en el entorno inmediato del niñx y la familia.
Atendiendo al proceso de desarrollo madurativo de los niñxs, es esperable que en sus
primeras etapas se presenten más conductas disruptivas ante situaciones como esperar, recibir un “No”, compartir, aceptar los cambios, tolerar la frustración y en
general situaciones que requieran habilidades de regulación tanto cognitiva como
emocionalmente.
Cuando hablamos de regulación emocional nos referimos a la capacidad para modular la intensidad y las respuestas que se dan ante la aparición de una determinada emoción. Implica desarrollar estrategias que se ajusten de forma flexible a cada situación, con el fin de adaptarnos y ser más exitosos a la hora de relacionarnos con los demás (Olhaberry & Sieverson, 2022).
¿cómo podemos acompañar a nuestros hijxs, en el proceso de aprendizaje de esta
habilidad?
Es importante entender que la base de esta regulación emocional empieza con la
capacidad para experimentar las diferentes emociones que nos acompañan en diversas situaciones de la vida, y lograr etiquetar esas sensaciones fisiológicas y psicológicas en términos de emociones. Por lo tanto, el rol que juega el adulto en esta primera etapa es el de ayudar al niñx, a ponerle nombre a aquellas sensaciones que experimenta en determinadas situaciones. Ejemplo: si le llevan al parque que más le gusta: “que contento estás”, si se le rompe un globo “estas triste por tu globo”, se acaba el tiempo de jugar, “di estoy enfadado, quería jugar más”. Todo este trabajo de servir de traductores en términos emocionales para los peques, facilitará la generalización de las diferentes situaciones, sensaciones, intensidad, duración y respuestas que pueden estar presentes al experimentar una determinada emoción.
Así mismo, es vital recordar que el reconocimiento emocional en los demás también es fundamental en este proceso de entrenamiento, ya que la mayoría de los aprendizajes respecto a la regulación emocional ocurren en contextos sociales, en los que hay una interacción con un otro que también siente y reacciona. Muchos de los esfuerzos que se suelen realizar para autorregular las respuestas emocionales también van dirigidos a regular la respuesta emocional del otro (Olhaberry & Sieverson, 2022).
A la par que se practica el reconocimiento y asociación de situaciones y emociones, los adultos tenemos la responsabilidad de dar un buen modelo de regulación emocional coherente entre lo que el adulto hace con sus emociones y lo que pide al niño hacer con las suyas. Aquí van algunas recomendaciones:
1. Ayudar a lograr la regulación fisiológica con el fin de disminuir la agitación (respira, vamos a ver qué pasó)
2. Ayudarle a usar y encontrar las palabras para explicar lo que ocurre y cómo le hace sentir. (Ǫue pueda decirlo con sus propias palabras, aunque tengamos que darle el modelo de aquello que debe decir)
3. Animarle a encontrar soluciones a la situación, siempre y cuando la intensidad de la emoción esté en un nivel que le permita al niñx razonar sobre ello.
4. Ayudarle a sentir que logra manejar la situación y salir con éxito de ella.
5. Dar Feedback cuando la situación haya pasado, reforzar aquello que ha hecho bien... “Has encontrado una solución” “has esperado bien” “has usado tus palabras” “me has dejado ayudarte” y sugerir lo que puede hacer cuando la situación se repita.
6. Practicar juegos de rol, en los que se recreen las situaciones que más le cuestan, así como procurar participar de contextos en los que se pueda acompañar al niño/a, a practicar de forma efectiva.
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