Como se suele decir: “hay dos tipos de personas”: las que empiezan el año después de Nochevieja o los que cada nuevo curso celebran un inicio de año.
En realidad, poco importa qué “calendario” sigues tú. Incluso también está bien si no quieres celebrar o marcar un antes y un después en ninguna de estas fechas. Esto puede depender de tus gustos, características personales o incluso de la realidad que tengas, si tienes hij@s, e incluso según el cronotipo con el que te identifiques. En cualquiera de los casos, hoy queremos hablar del hecho que tener una fecha imaginaria o coincidente con algún evento en el calendario nos puede ser un recurso que nos dé estructura, marcando un momento en el que parar y tomar consciencia.
Estos momentos de inicio-fin en los calendarios pueden ser momentos que aprovechemos para reflexionar si estamos conformes con la realidad que vivimos, si hay algo que esté en nuestra mano cambiar o simplemente queremos implementar algunos hábitos que nos faciliten la vida o que nos hagan sentirnos más a gusto. Todos estos aspectos los podríamos contextualizar como propósitos y si estás en un momento de tu año en que los quieres plantear, te damos algunos tips:
- Los propósitos siempre tienen que estar alineados con nuestra realidad. Esto fomentará que puedan llevarse a cabo con mayor probabilidad de éxito.
- “Menos es más”. Tener una lista muy larga de propósitos puede hacer que tengamos demasiadas cosas en las que centrarnos.
- Si no se te ocurre ninguno, no es obligatorio tenerlos. A veces hay presiones externas que nos mueven a tomar decisiones que no encajan en nuestra realidad.
Recuerda que el tip más importante tiene que ver con la flexibilidad, no tiene que haber una fecha en el calendario obligatoria, de hecho, puedes encajar tú la que sea mejor para ti, no es necesario que coincida con una festividad. Eso sí, poder tener un momento al año para pensar, reflexionar y poder reformular pequeñas cosas que hagan mejorar nuestra realidad es un buen movimiento de autocuidado.
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