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Ayana

Hablando del Trastorno del Espectro Autista (TEA) en la infancia

Cuando hablamos del Trastorno del Espectro Autista (TEA), nos pueden surgir un conjunto de preguntas al respecto como, ¿qué es el TEA? ¿Qué rasgos tienen las personas con TEA? ¿Cómo las podemos ayudar? ¿Cómo favorecer la convivencia y comprensión de las personas con TEA?

Así pues, independientemente de las características personales de cada niño/a con TEA, observamos un conjunto de dificultades relacionadas con el neurodesarrollo, englobados en 3 núcleos principales: alteración cualitativa de la interacción social y las habilidades sociales; menor capacidad en habilidades pragmáticas del lenguaje y la comunicación; y patrones repetitivos y restringidos de intereses y conductas. A pesar de que las personas con TEA tienen estas dificultades en común y, evidentemente, con amplias variaciones en relación al grado de afectación de dicho trastorno en cada individuo, el TEA también da lugar a un amplio abanico de características o peculiaridades de cada uno de ellos/as, las cuales son importantes destacar, ya que la particularidad y potencial de cada niño/a con este trastorno puede proporcionar mucha información a las personas del entorno inmediato del niño/a, así como a los profesionales que lo acompañan y a sus familias, contribuyendo al mayor bienestar y crecimiento posible de la persona con TEA.

Por otro lado, la complejidad con la que a menudo nos podemos encontrar cuando hablamos del TEA, creemos que es la falta de comprensión del trastorno y sus características en el entorno ordinario. A pesar de que la detección del TEA se ha incrementado notablemente en los últimos años y que cada vez se da en edades tempranas, y esto implica favorecer una mayor adaptación en el entorno y un incremento del bienestar del infante, también hemos podido apreciar, que existen una minoría de casos que no se diagnostican hasta la pubertad, adolescencia e incluso la edad adulta. Frecuentemente, cuando se da esta detección tardía, está asociado a un grado de afectación bajo, y las señales de alarma pasan más desapercibidas, es decir, que son personas que comúnmente se describirían como “raras”, con intereses muy marcados o peculiares, acostumbran a sentirse más a gusto en grupos reducidos o solos, suelen tener pocos amigos, les cuesta entender los dobles sentidos o el sarcasmo… No obstante, como hemos comentado anteriormente, cada persona con TEA es un mundo y cuenta con unas características y potencialidades concretas, a pesar de compartir áreas de dificultad.

Así pues, y teniendo en cuenta que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente, 1 de cada 100 niños tiene TEA, consideramos relevante destacar la importancia de comprender y entender el trastorno, para favorecer una mayor inclusión de las personas con TEA y/o con discapacidad en la sociedad actual, ayudando de este modo su bienestar y su desarrollo.





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