El mundo emocional empieza a desarrollarse ya en la etapa perinatal. Podemos ver a los bebés en los vientres maternos esbozar los primeros gestos, como sonrisas, vinculados a la expresión de estados físicos y emocionales. Es por este motivo que cuando los niños ya pertenecen a una primera infancia empieza a ser un buen momento para educar en el mundo emocional, tanto en las emociones propias como en las de los demás, ya que:
La estimulación y la educación en las emociones favorece un buen desarrollo global del niño.
El conocimiento de las emociones favorece el aprendizaje de conductas adaptativas en situaciones sociales, con lo que mejora las habilidades y conocimientos de códigos sociales al niño.
Aprender a identificar emociones ofrece al niño un mejor autoconocimiento, así como favorece el correcto desarrollo de la autoestima y la seguridad en uno mismo.
El conocimiento emocional ayuda al niño a tener una buena salud mental dado que la expresión de las emociones favorece la no aparición de síntomas asociados a bloqueos o conductas regresivas.
Como todas aquellas cosas que les enseñamos a nuestros hij@s, en una primera infancia, las figuras responsables de la crianza son los grandes espejos donde se miran nuestr@s hij@s. Así que la transmisión del conocimiento emocional es también en una parte nuestra responsabilidad como padres:
Hablar de nuestras emociones facilita que los niños quieran expresar las suyas: “mamá se ha puesto triste por qué no ha encontrado aquello que buscaba”
Poner palabras a estados físicos y emocionales cotidianos: “Hoy papá está muy cansado, tiene sueño”.
Es importante acompañar el estado emocional que estamos expresando con gestos que sean correspondientes (enfado con cara de enfado/ alegría con sonrisas…)
Utilizar apoyos visuales como cuentos donde aparezcan niños y emociones asociadas, nos facilitará el trabajo y conectará más a nuestro hijo con el conocimiento de las emociones.
Trabajar con emociones básicas (alegría, enfado, tristeza, miedo, sorpresa) en una primera infancia. Los estados emocionales complejos pueden confundir a los más pequeños, puesto que no se han posicionado en situaciones que les hagan sentir dichas emociones más avanzadas.
No existen emociones buenas o malas, todas ellas tienen una función adaptativa. Es importante que enseñemos a los niños a que acepten todas aquellas cosas que sienten de forma natural.
Estas píldoras de autoconocimiento que como padres y madres proveemos, favorecen la construcción de la inteligencia emocional, indispensable en el crecimiento de nuestros hij@s.
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