Para poder acompañar a nuestros hij@s hacia una mejor gestión de la frustración, lo primero que es importante entender es qué función tiene esta emoción cuando aparece. Cuando un niño o niña se frustra se debe a que hay una necesidad o un deseo que no se ha podido cumplir y esto puede despertar, además de frustración, otros sentimientos como tristeza, rabia, decepción o desilusión, lo que puede añadir complejidad a la hora de gestionarla. Además, como padres y madres, habremos podido ver que esta emoción puede aparecer al poner un límite que no ha sido de su agrado o cuando querían hacer algo que no ha salido exactamente cómo ellos esperaban. Por todo ello, es importante poder acompañar y educar hacia una buena gestión de la frustración.
A continuación os ofrecemos algunas propuestas para favorecer este acompañamiento:
- Validar la emoción, aunque esta sea desagradable o aunque no compartamos el motivo que lo ha causado, es importante dar valor a lo que sienten. Nuestro objetivo no es ni negar ni evitar que pase, sino hacerles saber que estamos a su lado disponibles para lo que necesiten y que entendemos su sufrimiento, lo que no implica hacer lo que nos piden al momento o darles lo que nos piden, simplemente es estar presentes validando su emoción.
- Dar espacio en el momento que aparezca la frustración, es decir, quedarnos cerca por si nos necesita y vigilar para que no se haga daño o haga daño a los demás, pero dando espacio suficiente para no sobrecargarlos, sobre todo en aquellos momentos de más desbordamiento. A veces para acompañas en estos momentos, solo hace falta estar al lado en silencio y esperar a que pase, y cuando estén más calmados podemos ofrecer un abrazo o un beso, sin decir nada más, o explicarles cómo nos hemos sentido. Por otro lado, también es importante hacerles entender que todas las emociones están permitidas, pero no todas las acciones.
- La caja de la calma. Crear una caja con elementos que podéis escoger conjuntamente con vuestr@s hij@s que les gusten y le aporten calma, por ejemplo: cuentos, caja de música, una pluma, botellas sensoriales, plastilina… Dejar esa caja en un espacio concreto donde sepa que puede ir cuando lo necesite y que está destinado a ese fin.
- Entender la importancia de gestionar nuestra propia frustración frente situaciones que se descontrolan. Podemos enseñar a gestionar las emociones dando ejemplo de cómo lo hacemos nosotros, es decir, no pasa nada si nos desbordemos como papás o mamás, pero es importante que trabajemos en cómo gestionar nuestras emociones para que vean cómo hacerlo. No podemos pedirles que se calmen si nosotros no estamos calmados.
En definitiva, el mejor acompañamiento para la gestión de la frustración es poner nombre y acoger lo que siente, estar presentes (a veces físicamente y a veces de forma simbólica), y sostener su emoción desde nuestra calma, aunque en ocasiones pueda ser una tarea difícil. Todo ello proporcionará una mayor confianza y vínculo con nuestr@s hij@s y les proporcionará herramientas de gestión de la frustración.
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